Semíramis de Demetre Chiparus (1886-1947)
La
canción que con versos triunfantes describía a la reina de
Babilonia fue otro motivo más para admirarlo. Primero la compuso con
la guitarra acústica y después le añadió energía con el teclado.
Tantos
años después, aún busco la delicadeza necesaria para acercarme a
su madre y bajo las agujas vegetales verde botella, sombras
alargadas, que cada día atraviesa, decirle que el treinta no fue el
último cumpleaños de su hijo, que el compositor de canciones
mitológicas acaba de celebrar en los jardines colgantes de un
palacio fastuoso, el número cuarenta y cinco.
Contarle
también que aprendió a tocar un laúd sirio, el pantur o pandura, y
que está feliz allí porque sonríe y le sonríen mucho, que no hay
interrupciones abruptas, naufragios, vidas sesgadas ni segadas, sino
saltos en el tiempo.
Cuando
en el local de ensayo le compuso aquella canción a la reina
Semíramis nunca imaginó que ella llegaría a escucharla.